SOBRE LA ARENA
Arrastrando te trajo
a los umbríos deltas,
corriente que acierta revolverse
y un latido;
se doblan,
se doblan las piernas.
Un latido, macula astrosa
en el cielo purpúreo,
y un latido en la arena.
El vientre contempla
las aves en pena,
y palpita.
Palpita, palpita extenuado,
labios cerúleos, el rostro una piedra,
y redobla un latido,
un latido.
Rutilantes, retinas luciérnagas
que al velo se adhieren; palpita,
y un latido, quedo latido.
Lento latido, y esperan
de mixtilíneas sombras
embalsamarte las estrellas.
Latido, silencio, murmullo,
convulsos los muslos,
un latido.
Latido, letargo, el pecho,
el pecho se hunde,
latido,
mordaz frío que te invade;
insufla, palpita, late.
Estertores ahogados,
se han ido las aves,
un latido.
Crepita la espuma, un latido,
exhalación forzada, un latido;
las pupilas, palpita,
las pupilas distiende, un latido;
un seco latido, un latido,
pausa, pulsa
un latido, pausa…
silencio.
© Daniel J. Mendoza. ®2008, La solitaria consecuencia de tu perfume
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