
Yo le canto al amor, siempre
lo he hecho;
porque cantarle al amor es un delirio
que reto ante el odio,
y ante la hiel de la
estocada hiriente;
que resuma el cruel trance
del fiero polvo blanco
que infiere una brutal muerte
Yo perdono, pero condeno al traficante
quien en prosaica fetidez de vida,
nutre sus inmundas arcas
de la alevosa travesía que surca
el consumidor irreverente,
que sin importarle ya la vida
escoge el rápido camino hacia la muerte
Hipnótico infernal que vende
giras de transito, por paraísos
de crueles magias;
yo he de verte en las hogueras,
donde correrás una mejor suerte;
como el lucifer que invade hoy,
lo mejor de nuestras vidas.
A este perverso enemigo
del hombre, hay que llamarlo
por su nombre,
para que nadie se llame a anfibologías:
Cocaína polvo o pasta maligna,
la lucha contra ti es de cada día
Theo Corona
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