
De camino a casa luciendo hermosos dientes perlados caminaba la señora, como dirían las abuelas “robustita la muchacha”, con su carita pecosita como un platanito maduro, y el cabello tan largo y liso que parecía una caída de agua cubriendo su espalda. Saluda tímidamente a doña Maria Antonia, la vendedora de flores de la plaza, la vieja no responde, piensa la señora –Tal vez sigue enojada conmigo- pensativa sigue el camino.
Hace cinco meses doña Maria Antonia hizo el mejor ramo de flores de su carrera de florista, el más grande, lleno de exóticas galanterías y lo envió directo a casa de la señora, paso mas de quince días buscando las flores, y casi un mes diseñando el arreglo, don Francisco paga muy bien, sobre todo en ocasiones especiales, no escatima en gastos, todo lo mejor para la señora de las pecas dice don Francisco.
El gran día hace cinco meses llegó doña Maria Antonia con el inmenso bouquet, toco el timbre toda emocionada, orgullosa de su trabajo al que le había sacado muchas fotografías para presumir su pericia, Abrió la puerta la señora y con los ojos como dos platos la invito a seguir, acto seguido puso el ramo sobre la mesa, junto a los otros quince arreglos que ya habían, doña Maria Antonia no podía creerlo -¿Tantos ramos le habían enviado?- Cuántas flores para la amada de don Francisco.
Después de charlar durante horas con la señora salió doña Maria Antonia muy preocupada, todas las flores eran de don Francisco, además le había regalado un hermoso anillo con un diamante tan gordo como el dedo de la señora, durante la charla le dijo que el no era responsable de la equimosis en su cuello, el purpúreo en la frente, ni el labio partido, lo que pasa dijo la señora -es que soy tan torpe-, le hago perder la paciencia, doña Maria Antonia le dijo: -señora usted debe denunciar al don-, y la señora respondió –no es para tanto vecina, son solo pequeñeces-; doña Maria Antonia amenazó con denunciar, la Señora se enojó, desde ese día dejaron de ser amigas.
Un mes después apareció de nuevo don Francisco, ordenado un ramo de flores mucho más grande que el anterior, pero doña Maria Antonia se negó sin importar la paga; ya la señora no pasa por el pan a la panadería que queda frente a la floristería, -Tal vez sigue enojada conmigo- pensó doña Maria Antonia, -es una pena la perdida de una amiga tan valiosa como la señora de las pecas-.
Cada mes cumplidamente don Francisco regresaba para ordenar un ramo nuevo, doña Maria Antonia se negó rotundamente, el insistía, luego pasaba de largo con una margarita, una rosa, o un clavel, algunas veces lo vio pasar con músicos para serenata, mientras, oía a la gente decir –que lotería se gano la señora con don Francisco tan encantador, que buen hombre, que familia ideal- doña Maria Antonia silenciosa, pensaba en la señora de cabello de agua.
Hoy la señora vestida con su traje perfecto, color de árbol, carmín en los labios, y sonrisa de perla, pasea su cabellera suelta frente a la florería de doña Maria Antonia, la saluda tímidamente, la vieja no responde, esta muda y tiene los ojos bañados en lagrimas, acomoda la maldita corona. Don Francisco y sus tres hijos cargando un cofre mortuorio, el golpeado cuerpo de la señora yace dentro con solo una muda flor entre las manos, por fin de camino a casa, -no es para tanto, son solo pequeñeces-.
FIN
Etiquetas: abusos, guerreros, libro
MANTISGREEN
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