
Se había ido el verano como uno de sus rayos de su temporada. El otoño tenia dos días de haber comenzado y Alberto se había aburrido ya; casi todo el verano se la paso escribiendo y estudiando para obtener las más altas notas en la escuela, lo cual nunca lograba.
Cursar el segundo grado de secundaria le tenia un poco entusiasmado y le fascinaba poder escribir entre clases. Pero en fin, una de esas noches de escritura ardua, decidió dejar la pluma y papel; para tratar de ver a su “mundo exterior”; dejo de soñar, de recitar, de leer, para dedicar gran parte a salir un poco; sus amigas de clase, a las cuales les hizo llegar la noticia que les preparaba en el receso del día de clases siguiente, lo tomaron con gusto, por fin verían a su amigo alejado de los libros y de la escritura.
El cuarteto que conformaban; incluyendo a Alberto, tomó mucho más fuerza cuando él les dedico el mayor tiempo posible. Carolina, Esther y Cintia, planeaban algunos salidas después de clases, ya que Alberto había decidido salir de su mundo. Algunas tardes las pasaban en casa de algunos de los integrantes o si no hablando interminables horas por teléfono. Pero Alberto aún decidía tratar de pasarla mejor, así que la decisión llego al extremo de asistir a una fiesta, con algunos compañeros del barrio donde vivía; con quienes nunca salio, porque se la pasaba leyendo...esta vez Alberto les tomó la palabra y decidió asistir a la dichosa fiesta.
Se la paso tan padre que nunca supo como llego a su casa; mucho menos a su cama. Cuando abrió los ojos, un frió le recorría el cuerpo y un dolor de cabeza se comenzó a sentir; casi de inmediato, el reloj anunciaba las seis de la mañana con una alarma; que para Alberto, le pareció estridente.
El alcohol, la desvelada y algunos bailes de rock, lo habían agotado; sintió no haber dormido nada. A pesar de ser viernes, Alberto no tenia ni la mas mínima gana de ir a la escuela, pero su deber; que aun conservaba como estudiante, le ordenaba ir, y cumplir.
Cuando llego a clases; que no la paso del todo bien, entre dolor de cabeza y ganas de vomitar que iban y venían, se dio tiempo para contarles a sus amigas, en el receso, lo de la fiesta; lo que se acordaba, claro. Pero para Alberto, surgió un interés más...tenia que aprender a patinar. Sus amigas; asombradas por la decisión y sabiendo que Alberto llevaba mas llamados de atención en clase, de no llevar las tareas de ingles; que eran las mas recurrentes, ganarse el odio de la profesora de literatura; porque su ortografía era pésima. Sabían que Alberto hablaba en serio; y que su amigo, se había ido a los extremos. Pero para ellas les dolía mucho que perdían al amigo Alberto centrado y bien portado, lo dejaron seguir con su propósito.
Esa noche de viernes lluvioso, Alberto intentaba hacer algo de la tarea que le habían dejado, pero recibió de su prima una visita, quien le confirmo que ella lo había llevado anoche a su casa, porque estaba muy ebrio como para caminar por si solo. Alberto paso toda la noche platicando con su prima y le confirmo que ahora se dedicaría a patinar. Ella no opino del mucho; podría decirse que solo le dio gusto.
Entonces Alberto se dedico a convencer a su padre el fin de semana para poder comprarle una patineta; y el objetivo y propósito se cumplió.
Paso un mes y Alberto había dejado los estudios muy atrás, le dedico noches y tardes enteras al patinaje y a salir con amigos; ya casi no se frecuentaba con Cintia, Esther o Carolina. Parecía haberlas olvidado, pero se encargo de un modo mejor de tardes únicas.
Un día de tantos, oyó entre la platica de los compañeros de patinaje y desveladas, la presencia de una chica que también le entraba al patinaje, era como si una nueva leyenda llegara a retarlos, pero para Alberto le dio igual, era como una de tantas chicas que trataba de imitar el estilo. Así que se dedico a patinar; caídas y golpes, torcidas de tobillos y anexas.
El otoño estaba a punto de convertirse en el mejor para Alberto, pero todo cambio una mañana de el ultimo miércoles de octubre.
Esa mañana Alberto había decidido irse sin mas arreglo; no se peino ni siquiera había decidido echarse desodorante, solo se baño y se marcho a clase de siete. La mañana era un poco fría pero no le importo, se fue solo con las libretas de ese día olvidando los libros y con unas ganas de no asistir.
Cuando acababa la clase de siete pidió permiso para ir al baño. Cuando regresaba de este; que era junto del de mujeres, una chica con un aspecto deprimente se acercaba por el pasillo, eran los únicos en el lugar y cuando se percato de la presencia de Alberto al frente, se retiro las dos cortinas de pelo negro de la cara y miró a Alberto pasar con paso decidido y con una impresión rara de ella.
Cuando Alberto regreso al salón, no se atrevió a contarles a sus amigas, lo que había presenciado, era como si hubiera experimentado en ver a la muerte de cerca, tomó la clase mas interesado que nada esta vez y pensó en la chica todo el receso.
<<¿Cómo no la había visto antes?>> se decía, iban en la misma escuela y se le hacia imposible no haberla visto antes. Alberto se la paso todo el santo día muy raro, como cautivado por esa belleza incesante de la chica; aunque solo hubieran sido unos instantes en el pasillo.
Cuando paso una semana de haberla conocido, la vio por segunda vez en las bancas de la escuela en el receso, estaba con una amiga; al parecer interesadas por la platica. Carolina, la amiga de Alberto se dio cuenta que esté la miraba y le dijo que debía hablarle, que seria un cobarde si no lo hacia; así que el orgullo el ímpetu desmadroso que poseía, lo insito a hacerlo.
Se levanto de la banca en donde estaba con sus amigas y se dirigió con aire amable a la banca de la dichosa chica y su amiga.
Al plantarsele en frente y decirle que si podía hablar con ella a solas, está de nuevo se recorrió sus cortinas de pelo. Era una sensación de nervios pero de interés por los dos, Alberto podía oler hasta donde estaba parado el perfume de incienso que ella tenia impregnado en su ropa. La chica se porto cortesmente, a pesar de verse muy mala onda. Alberto le pregunto nombre y edad. Le dijo que si le encantaría ir a patinar con él y ella le confeso lo mismo, que patinaba también. Así que Alberto se dio cuenta que sus amigos hablaban de esta chica como la nueva leyenda del patinaje.
La amistad se concreto, aunque la chica le dijo el nombre a Alberto, a esté se le olvido y perdió el sentido de sus días, era como unos días oscuros entre un ambiente deprimente y de dolor con angustia disfrazada de risas hipócritas...
____________________________________________________________________________________
Lunes terminacion del cuento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario